Cajón donde guardar las palabras que un día se publicaron en algún medio local junto a otras que nadie vio. Currículo fonético de papeles marcados. Archivo inútil y fantástico, inocente y viejo, de letras carcomidas que jamás fueron lozanas.

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lunes, 25 de abril de 2011

DEEP Nº 4


LA PARED EN BLANCO 4



La virgen de occidente llora sangre por el imperio, por el segundo mundo, por el tercero y por todos los demás. Como una médium estigmatizada expulsa el dolor desde lo más profundo de sus córneas de argamasa. Su vientre oculta avergonzado a su hijita libertad, abortada y muerta en su seno casi desde el principio, y sabe tristemente que su esterilidad es la nuestra, pero tiene que seguir disimulando sola, abandonada, ultrajada y sobrepasada de hartazgo por contener una concepción contrahecha.Un puñado de promesas rotas la empapan, como si la isla de Ellis hubiera sido tragada por un mar embravecido con indecorosa frustración. Para mantener el tipo recuerda cómo recibía inmigrantes europeos con los ojos del hambre y el sueño del futuro intacto. En ese tiempo mantuvo los dos brazos en alto para abrazarles, hasta que por decencia dejó caer uno.Hasta aquí se expone la teoría del dolor interno. Mas hay otra excusa para sus ojos enrojecidos: Es la teoría exógena. La estatua como símbolo de occidente, atacada con cócteles molotov de pintura roja que dan de pleno en sus ojos de piedra. No significa nada y la abandonamos, la ultrajamos como si fuera la diana de nuestro propio asco absurdo. Pero ella mantiene inamovible la llama de un fuego fracasado incluso antes de prender.Pero lo peor de todo no es aquello que sus ojos no ven sino todo aquello que aún está por ver, por venir, también para nosotros, tuertos en un imperio de ciegos. Quizá sea en esa ceguera suya, hecha de pintura seca o de beatas lágrimas brotadas, cuando la puta de occidente o la virgen de las libertades logre al fin descansar en paz.

DEEP Nº 3


LA PARED EN BLANCO 3



Una de las características fundamentales de la sociedad capitalista es el atraco a mano armada. También el estupro de la inocente virtud, la limpieza de los incapaces o evolución biológica de los seres de dos piernas bajo un suelo de ambición, la inversión de los valores (que no los valores de inversión), el trueque desequilibrado y la mano oculta tras la espada esperando el capital más obsceno.Pero, sobre todo, el atraco a mano armada. Esta pared también recuerda a las fotos de guerra, a las ejecuciones sumarísimas, a las amenazas de miedo, hambre y sed. Uno apunta y otro recibe el tiro. Lo que no parece entender el que apunta al otro es que en cualquier momento ese otro puede llegar a ser él. La naturaleza de las ideas se deshace como un terrón de azúcar en la leche caliente de la insensatez. Y algo que es todavía peor: bebemos de esos vasos fétidos con el ansia del deseo momentáneo, y, aunque las arcadas nos adviertan del mal trago, los hilillos de la leche más caduca nos suelen resbalar siempre por el mentón, formándonos esa segunda piel que nos caracteriza y que se llama máscara. Tan sólo si nos molesta un poco reaccionamos, pero tan sólo restregando nuestras bocas con la manga de alguna chaqueta de marca, inundando de mancha los rostros aún más que antes.El que apunta no es el traidor. El que decide, decide porque alguien tiene que hacerlo. El capitalismo es pura decisión, movilidad, funcionar sin mirar atrás. Yo mismo tengo el hígado hipotecado y parece que todavía funciona el cabrón.En la sociedad capitalista no hay sitio para los indecisos: O se convierten en esclavos o en muñecos apuntados y apuntalados a una muerte segura, tristes y olvidados.
En esta pared en blanco no hay sitio para muchos de nosotros, pero no hay que asustarse. Estoy apuntando tan sólo con un puñado de palabras cargadas de delirio y ternura. Nada más, nada menos.

martes, 19 de abril de 2011

LA PARED EN BLANCO/ DEEP Nº 2

LA PARED EN BLANCO 2


Una delgada línea separa la revolución del inicio de espectáculo. Una delgada línea transitoria que anima el cotarro en las gradas o en las trincheras, que asombra, enfurece, descoloca y aterra y a veces hasta hace reír al enemigo o al espectador. En estos tiempos veloces que corren los rock’n roll star se vacían de contenido tan rápido como tristemente se banalizan los muertos en cualquier contienda lejana. En estos tiempos veloces todo se pudre con idéntica celeridad. Tan rápido como un fogonazo, un destello, un relámpago. La actualidad se lima en la historia con un chasquido de dedos maquillados de pasado. No digerimos los hechos. Tan sólo los llevamos de la boca al estómago sin pasar por la cabeza, sin detenernos a pensar, casi sin masticar. Los símbolos encierran secretos que tan solo desvelamos con los ojos entreabiertos del alma, esos que desde pequeños tenemos abiertos de par en par y que la socialización se encarga de ir cerrándonos con mayor o menor éxito.
El Che siempre soñó con ser una rock’n roll star, una crisálida ambigua venciendo o muriendo a los pies de un escenario, sin más aspavientos que un atronador punteo de guitarra eléctrica. El Che soñó siempre con una trinchera en forma de camerino, con un puro habano en forma de micrófono afónico. Algo que le hiciera parecer más humano. Héroe, pero también más humano, lejos de aquella metralla salvaje que terminó maquillándole el cuerpo para siempre.

miércoles, 6 de abril de 2011

LA PARED EN BLANCO/ DEEP Nº 1


LA PARED EN BLANCO 1


Escupir balas como besos y caricias como puñetazos, tan sólo es un amor cristiano. Clavar la mirada hasta lo profundo de la carne salpicando la grada con chorros precisos de sangre. Bajo un manto protector se insinúa la tiritera como un faro perdido y alejado de todo mundo conocido y aún por conocer: Es la luz que nos atrae hacia nuestros propios destinos terribles como un gigante imán de fuego venciendo con facilidad la suma de voluntades, doblegándonos, absorbiéndonos, haciéndonos hincar las rodillas hasta la total entrega. Y sólo así renacemos a la vida misma como esqueletos blancos irisados que se apilan en la fosa de un planeta extraño. Tan sólo se trata de un amor cristiano. El miedo es la fianza que pagamos a un dios armado, poderoso abrazo de pena y culpa sobre cada uno de los átomos que nos forma y deforma, ejerciendo la forma justa y necesaria que nos dibuja, sin la cual explotaríamos en mil pedazos devolviéndonos al espacio en blanco al que siempre hemos pertenecido.